viernes, 25 de diciembre de 2015

Metamorphosis

El ciclo de la libélula es quizás uno de los más interesantes del reino de los insectos. La cópula se produce en vuelo, algo nada fácil si hablamos de la especie de las fotos, la libélula tigre (Cordulegaster boltonii) que alcanza los 8cm de tamaño. Tras ésto la hembra deposita los huevos en una planta acuática, muy cerca de la superficie o, si esto no es posible, directamente en el agua (algunas especies llegan a sumergirse para encontrar un lugar adecuado para la puesta).
Las ninfas eclosionan y tienen una vida exclusivamente acuática, respirando a través de branquias. Se alimentan de larvas de mosquitos en sus primeras estapas y de pequeños vertebrados como renacuajos o peces cuando alcanzan tamaño suficiente. No poseen alas, para cazar poseen unas mandíbulas retráctiles y son capaces de desplazarse con rapidez mediante la expulsión de chorros de agua a través del ano. La etapa ninfal puede durar de 3 meses hasta 5 años en algunas especies. Cuando han completado el estadío y la temperatura es adecuada (primavera-verano) las ninfas trepan por el tallo de las plantas y salen a la superficie. El contacto con el aire seca la piel, que se abre en un punto muy fino sobre la cabeza. El adulto entonces sale al exterior, dejando una piel llamada exuvio. Una vez las alas están completamente extendidas y secas abandona la planta para alimentarse y buscar pareja. Esta fase dura un máximo de 6 meses.

Curiosidad: las libélulas no suponen ningún peligro para las personas a pesar de su tamaño o apariencia. En España existen más de 70 especies y realizan un papel fundamental en el control de enfermedades infecciosas al alimentarse de mosquitos, los principales vectores de algunas de ellas.




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