martes, 22 de septiembre de 2015

Visita a las Marismas del Odiel

La otra gran joya de Punta Umbría, las Marismas del Odiel, punto donde confluyen la desembocadura de los ríos Odiel y Tinto. He de decir que por la cercanía, tanto al pueblo como a la carretera, no esperaba que la zona fuese tan bonita. Declarada como Reserva de la Biosfera por la UNESCO consta de una amplia zona de protegida, parte de la cual puedes visitar a través de rutas concertadas y una pequeña parte con un recorrido abierto al público al que puedes acceder de forma gratuíta. Por falta de tiempo no pudimos realizar una ruta organizada pero no nos perdimos el paseo por la zona de acceso libre.

La ruta sale desde una urbanización a las afueras del pueblo y atraviesa un pinar hasta llegar a las Marismas. Es un sendero con buen firme, bien señalizado y tiene unos 4Km de recorrido, por lo que cualquier persona puede hacerlo. La entrada a las Marismas, junto a la depuradora, no permite imaginar lo que nos espera unos metros más allá. Si sigues el camino pasas entre varias lagunas artificiales, en agosto ya secas y llegas a la zona de interés. Un enorme laberinto natural que recibe agua dulce, de la desembocadura de ambos ríos, rica en nutrientes y agua salada prodecente de la subida de la marea. Esta mezcla crea un entorno muy especial, que permite la vida a numerosos peces, moluscos, crustáceos y aves. No hay que olvidar que la Isla de Enmedio, de acceso restringido, alberga una de las mayores colonias europeas de cría de Espátula europea (Platalea leucordia), especie en peligro de extinción.



A ambos lados del camino se abren lagunas de mayor tamaño, que se intercalan con zonas de vegetación densa con vías de agua estrechas y poco profundas. En las primeras no es raro ver grandes aves como el Flamenco europeo (Phoenicopterus roseus), la Grulla común (Grus grus) o la Cigüeña blanca (Ciconia ciconia). En las segundas gaviotas y otras aves costeras se intercalan con especies más pequeñas como el Abejaruco europeo (Merops apiaster) o el Mosquitero (Phylloscopus collybita), que realizan vuelos rápidos y rasantes para capturar los insectos que acuden a estas zonas atraídos por la humedad. 



En las charcas de menor profundidad, aprovechando la marea baja, miles de cangrejos violinistas o barriletes (Uca tangerisalen de sus madrigueras para alimentarse por filtración del detritus que se encuentra en el lodo. No pueden despistarse, ya que gaviotas o incluso nutrias están alerta para poder atraparlos. Al final del sendero encontramos un observatorio de aves, desde el que podemos ver varias especies de aves limícolas, aunque realmente no es necesario, ya que durante todo el recorrido la diversidad de especies es impresionante. Tuvimos la suerte de que, a pesar de ser una tarde de agosto, la temperatura era templada y únicamente nos cruzamos con un ciclista, por lo que puedo decir que tuvimos las marismas para nosotros solos.

Como conclusión decir que la ruta merece la pena. La variedad de aves es espectacular. El hierro que arrastran las aguas del río Tinto crea en algunas zonas láminas de agua de fondo rojo, entremezclada por islas de vegetación densa, que al atardecer crean un paisaje curioso e ideal para la fotografía.

Grupo de flamencos alimentándose

Alcaudón real (Lanius excubitor) en busca de una presa

Garceta común (Egretta garcetta)

Sustrtato teñido por el óxido de hierro que transportan las aguas del río Tinto

Gaviota reidora (Chroicocephalus ridibundus) con plumaje de verano

Observatorio de aves al final del sendero

Cangrejo violinista, también llamado Boca y Barrilete

Bandada de gaviota sombría (Larus fuscus) despidiéndonos el paseo

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