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jueves, 15 de marzo de 2018

Embalse de Arrocampo

Hace un par de fines de semana pude por fin visitar el Embalse de Arrocampo, en Cáceres, un sitio famoso tanto por la pesca como por la observación de aves acuáticas. El sitio es, cuanto menos, peculiar. Se trata de una laguna artificial creada aprovechando una zona de depresión, que coincide con el punto donde el arroyo Arrocampo vierte sus aguas en el río Tajo. La zona inundada se extiende entre los municipios de Almaraz, Romangordo, Saucedilla y Serrejón y ocupa una extensión de unas 770 hectáreas.

A priori, con estos datos, no parece tener nada de especial, más teniendo en cuenta que su tamaño es pequeño en comparación con otros embalses de la zona, como el de Alcántara, con 10.400 hectáreas. Sin embargo su fama es bien merecida y se debe principalmente a su uso, ya que se trata de una laguna de refrigeración para las turbinas de la central nuclear de Almaraz. Un sistema de bombas inyectan agua desde el cauce del Tajo y la liberan, después de un proceso de reenfriamiento, en el Embalse. El agua liberada es algo más caliente que en el resto de cauces (entre 2 y 5º por encima) y se mantiene constante a lo largo del año. Esto, unido a la variedad de paisajes alrededor, la cercanía al Parque Nacional de Monfragüe, la abundante vegetación en los bordes y la especial protección de la zona debido a la cercanía de la central han convertido el Embalse de Arrocampo en un punto de gran interés turístico por su riqueza en ictiofauna y avifauna.

Aunque existen rutas de senderismo para recorrerlo casi por completo desde los pueblos colindantes, visitamos de pasada la zona de Almaraz - coincidimos con el consurso de pesca y apenas había aves en la zona - para centrarnos en la zona de Saucedilla, de la que mejor nos habían hablado. Y no nos defraudó. Desde el pueblo sale un camino junto a un pequeño canal que da a una zona donde se puede parar con el coche. Pocos metros más allá encontramos una pareja y un juvenil de Calamón (Porphyrio porphyrio) preparando un nido, muy cerca de la zona de caza de una Garcilla Cangrejera (Ardeola rallides), en peligro de extinción. Desde este punto, bien en coche o bien andando, se puede bordear una parte de la laguna, mientras se observan miles de pequeñas aves. Pocos kilómetros más allá se llega a otro punto de avistamiento, junto a una pradera donde se movías varias Avefrías (Vanellus vanellus) y desde el que pudimos ver a lo lejos un Somormujo lavanco (Podeceps cristatus) pescando. Desde allí decidimos caminar hasta lo que se llama la Pantalla de Separación Térmica, una estructura similar a un carril, estrecha y alargada, con más de 10 kilómetros de longitud que es posadero y dormidero de numerosas aves. Con la caída del sol estaba llena de aves que ya se disponían a descansar como Garcilla bueyera (Bubulcus ibis), Cormorán grande (Phalacrocorax carbo) con plumaje de reproducción y Garza real (Ardea cinerea).

Tal es su riqueza faunística que desde hace unos años la zona está protegida por la ZEPA Embalse de Arrocampo. Los municipios cercanos han creado en torno a él un parque ornitológico con rutas y casetas de observación de aves y un turismo de pesca y naturaleza que cada día tiene más aficionados. Desde luego es una visita imprescindible para los amantes de las aves y que está a escasos 200Km de Madrid.

Más información sobre el Plan de gestión de Arrocampo
Más información sobre la zona ZEPA Arrocampo

Vista de satélite del Embalse

Garcilla cangrejera cazando

Calamón moviéndose entre la vegetación

Avefría cazando insectos en una pradera junto al embalse

Dormidero con cinco garcillas bueyeras a la izquierda, y una garcilla bueyera, un cormorán grande y cuatro garzas reales a la dedrecha

Atardecer en el Embalse de Arrocampo






martes, 22 de septiembre de 2015

Visita a las Marismas del Odiel

La otra gran joya de Punta Umbría, las Marismas del Odiel, punto donde confluyen la desembocadura de los ríos Odiel y Tinto. He de decir que por la cercanía, tanto al pueblo como a la carretera, no esperaba que la zona fuese tan bonita. Declarada como Reserva de la Biosfera por la UNESCO consta de una amplia zona de protegida, parte de la cual puedes visitar a través de rutas concertadas y una pequeña parte con un recorrido abierto al público al que puedes acceder de forma gratuíta. Por falta de tiempo no pudimos realizar una ruta organizada pero no nos perdimos el paseo por la zona de acceso libre.

La ruta sale desde una urbanización a las afueras del pueblo y atraviesa un pinar hasta llegar a las Marismas. Es un sendero con buen firme, bien señalizado y tiene unos 4Km de recorrido, por lo que cualquier persona puede hacerlo. La entrada a las Marismas, junto a la depuradora, no permite imaginar lo que nos espera unos metros más allá. Si sigues el camino pasas entre varias lagunas artificiales, en agosto ya secas y llegas a la zona de interés. Un enorme laberinto natural que recibe agua dulce, de la desembocadura de ambos ríos, rica en nutrientes y agua salada prodecente de la subida de la marea. Esta mezcla crea un entorno muy especial, que permite la vida a numerosos peces, moluscos, crustáceos y aves. No hay que olvidar que la Isla de Enmedio, de acceso restringido, alberga una de las mayores colonias europeas de cría de Espátula europea (Platalea leucordia), especie en peligro de extinción.



A ambos lados del camino se abren lagunas de mayor tamaño, que se intercalan con zonas de vegetación densa con vías de agua estrechas y poco profundas. En las primeras no es raro ver grandes aves como el Flamenco europeo (Phoenicopterus roseus), la Grulla común (Grus grus) o la Cigüeña blanca (Ciconia ciconia). En las segundas gaviotas y otras aves costeras se intercalan con especies más pequeñas como el Abejaruco europeo (Merops apiaster) o el Mosquitero (Phylloscopus collybita), que realizan vuelos rápidos y rasantes para capturar los insectos que acuden a estas zonas atraídos por la humedad. 



En las charcas de menor profundidad, aprovechando la marea baja, miles de cangrejos violinistas o barriletes (Uca tangerisalen de sus madrigueras para alimentarse por filtración del detritus que se encuentra en el lodo. No pueden despistarse, ya que gaviotas o incluso nutrias están alerta para poder atraparlos. Al final del sendero encontramos un observatorio de aves, desde el que podemos ver varias especies de aves limícolas, aunque realmente no es necesario, ya que durante todo el recorrido la diversidad de especies es impresionante. Tuvimos la suerte de que, a pesar de ser una tarde de agosto, la temperatura era templada y únicamente nos cruzamos con un ciclista, por lo que puedo decir que tuvimos las marismas para nosotros solos.

Como conclusión decir que la ruta merece la pena. La variedad de aves es espectacular. El hierro que arrastran las aguas del río Tinto crea en algunas zonas láminas de agua de fondo rojo, entremezclada por islas de vegetación densa, que al atardecer crean un paisaje curioso e ideal para la fotografía.

Grupo de flamencos alimentándose

Alcaudón real (Lanius excubitor) en busca de una presa

Garceta común (Egretta garcetta)

Sustrtato teñido por el óxido de hierro que transportan las aguas del río Tinto

Gaviota reidora (Chroicocephalus ridibundus) con plumaje de verano

Observatorio de aves al final del sendero

Cangrejo violinista, también llamado Boca y Barrilete

Bandada de gaviota sombría (Larus fuscus) despidiéndonos el paseo

jueves, 17 de septiembre de 2015

Visita a Doñana, parte II

Importante recordarlo!
De la costa pasamos al monte y a los humedales y de las aves pasamos a los grandes mamíferos. A finales de agosto el agua de los humedales, en primavera llenos de anátidas, termina de evaporarse. El calor seca también el suelo del monte pero Doñana tiene una característica especial. En el punto donde se unen ambos paisajes, debido al cambio de composición del suelo, se forma una franja donde el agua se acumula y aflora hacia la superficie. Esta línea de varios kilómetros llamada "vera" permite a las manadas de ciervos, jabalíes y otros mamíferos tener una reserva de agua y pasto verde hasta el retorno de las lluvias de otoño. Es por ello que los meses de julio y agosto son los mejores para la observación y fotografía de grandes animales.


Monte blanco delante y monte negro al fondo, enmarcando a una
pareja joven de ciervo ibérico (Cervus elaphus)
La siguiente parte del recorrido atraviesa el bosque Mediterráneo. Es un ecosistema donde abundan los árboles como el pino piñonero, alcornoque, madroño o acebuche. El suelo tiene desniveles poco marcados pero que determinan de forma muy marcada la vegetación baja. El las áreas húmedas, donde el nivel freático está muy superficial, veremos el llamado "monte negro" con una vegetación abundante, densa y difícil de atravesar como brezos, mirtos o zarzas. Por el contrario, las zonas donde el nivel freático se encuentra más profundo encontramos un suelo más seco, estamos en el "monte blanco", con una vegetación más baja y clara como jaras, cantueso y romero. Estos dos tipos de paisaje irán cambiando e intercalándose a lo largo de todo el camino y constituyen el hábitat de la inmensa mayoría de las especies de mamíferos de Doñana, de gran cantidad de aves (entre ellas muchas rapaces) y del mítico lince ibérico. Tras pasar por la única edificación del parque, un cortijo que acoge a numerosos personajes públicos durante sus vacaciones, nos encaminamos hacia las marismas.


Las marismas constituyen una de las grandes riquezas de Doñana. A pesar de su aspecto desértico, debido a que nos encontramos en la estación seca, en otoño toda su extensión se cubre de agua y en primavera el pasto nuevo y las miles de aves que la ocupan crea una alfombra de colores que se extiende a lo largo de kilómetros, sin que llegue a verse el final. En agosto, sin embargo, la imagen es igualmente impactante al ver esa enorme superficie seca, quebrada y con los últimos restos de pastos que quedan del año y que muchos animales usan para tratar de resguardarse del calor. Es en esta zona donde podremos observar la vega antes mencionada y a cientos de grandes mamíferos disfrutando de los últimos brotes verdes del verano. Entre ciervos, gamos y jabalíes nos encontramos los dos únicos tipos de ganadería extensiva de Doñana: la Vaca Mostrenca y la Yegua Marismeña, ambas razas autóctonas Españolas y que sólo se encuentran en el parque en total libertad.


Este es el cuarto y último ecosistema de esta reserva. Disfrutamos unos últimos minutos de este impresionante paisaje, aún tenemos unos 30 minutos de camino hasta el Centro de Interpretación El Acebuche, punto de salida y llegada de las rutas. Aunque es fácil averiguarlo, por si a alguien le interesa, la visita dura unas 4 horas y cuesta 29€. Los horarios varían según la temporada del año, en verano sale una ruta a las 08:00h y otra ruta a las 17:00h. Nosotros elegimos la ruta de la tarde, no se cómo sería la otra pero desde luego la luz era espectacular y el atardecer de la vuelta merece la pena. Os dejo algunas fotos más, hacia años que no veía tantos animales juntos. Si todo va bien para la primavera espero poder volver y hacer una tercera entrega con las marismas inundadas y presentaros a algunas de las aves que podemos encontrar en ellas.


Macho subadulto de ciervo empezando la época de celo
Dos rayones de unos 30-35 días de edad, probablemente huérfanos, que andaban hozando junto al cortijo

Macho adulto de gamo ibérico (Dama dama) con un espectacular pelaje de verano

Debido a la falta de alimentos caloricos en la zona, los jabalíes (Sus scrofa) ingieren principalmente brotes y raíces, por
lo que su tamaño es bastante menor que los individuos que podemos encontrar en otras provincias.

Macho adulto de jabalí junto a hembra y cría de ciervo

Grupo de hembras de gamo

Yegua marismeña
Los últimos pastos de la temporada mantienen semiocultas a una familia de vacas mostrencas

Madre y cría de este año de ciervo buscando alimento

Atardecer en Doñana, todo un privilegio