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lunes, 24 de abril de 2017

Yacimiento de Batallones

La fauna de la Península Ibérica ha variado a lo largo de los siglos junto con el clima y los ecosistemas. Donde ahora hay campos de cultivo hace 9 millones de años, durante el Mioceno superior (vallesiense superior), había extensas praderas donde pastaban rinocerontes y jirafas. Esta fauna, actualmente típica de la mitad sur del continente africano, formó parte de la biodiversidad del sur de Europa durante miles de años debido a la estabilización de las corrientes oceánicas, que evitaban que las aguas cálidas llegaran a la Antártida. La bajada de temperatura llevó a la formación de un gran casquete polar, que hizo descender el nivel del mar cortando la comunicación entre el Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo. Ésto creó nuevas rutas de desplazamiento de las especies terrestres entre África, Europa y Asia.


Gran parte de la información que encontramos ahora sobre los ecosistemas y la geología de esta época se ha obtenido en los yacimientos del Cerro de Batallones, en Torrejón de Velasco (Madrid). Descubierto en 1991 durante una prospección en busca de sepiolita, ya en sus primeros meses demostró ser una fuente inagotable de restos fósiles en muy buen estado. Tras más de 25 años de campañas anuales de excavación los yacimientos de Batallones, actualmente son 9, están considerados unos de los más importantes de todo el mundo por la gran cantidad de especies encontradas, algunas de ellas muy poco conocidas y por el buen estado de los restos.
Su abundancia se debe a que el sistema de cuevas y aperturas constituyó una trampa para muchos animales, que caían accidentalmente, en el caso de los herbívoros, o que entraban en busca de alimento y de agua, en el caso de los carnívoros, y quedaban atrapados en su interior debido a los desniveles del terreno, de hasta 3 metros en algunas zonas.



Una de las especies encontradas en Batallones es el Magericyon anceps, de la familia de los Anficiónidos o perros-oso, una especie única que no tiene representantes cercanos en la actualidad. Se trata de una mezcla entre lobo y oso, del tamaño de una leona y un gran cazador gracias a su potente cuello, que le permitía matar y descarnar a sus presas con gran rapidez, como han demostrado los últimos estudios del MNCN y la Universidad de Alcalá.





Se han encontrado también restos bien conservados de felinos Macairondontidos o dientes de sable. Gracias a los cráneos completos y mandíbulas recogidas se ha podido realizar el primer estudio sobre la forma de uso de los dientes en estas especies. Ésto ha llevado a averiguar que la forma aplanada de los colmillos los hacía especialmente frágiles por lo que el tamaño, e incluso el borde serrado en algunas especies, les permitía realizar una sección rápida de los grandes vasos y la tráquea, provocando una muerte rápida de la presa que les evitaba golpes y accidentes de caza. Se han identificado restos de dos especies: Machairodus aphanistus, del tamaño de un tigre, y Paramachairodus ogygia, del tamaño de un puma.

Paramachairodus ogygia
Machairodus aphanistus 







Entre los carnívoros destaca también la identificación de un pariente lejano del actual Panda Rojo (familia Ailuridae), el Simocyon batalleri. El descubrimiento de dos individuos de esta especie tuvo gran importancia ya que se observó que tenían una dieta carnívora y una modificación en la muñeca que le permitía disponer de manos prensiles. El panda rojo actual dispone de esa misma modificación, gracias a la cual puede sujetar ramas de bambú, la base de su dieta herbívora. Se cree que el Simocyon podría haber usado esta adaptación, en lugar de para alimentarse como el panda, para trepar a las ramas más finas de los árboles, donde los dientes de sable no podían seguirle.

Simocyon batalleri





Otras especies encontradas han sido osos del género Indarctos y mustélidos del género Eormellivora. Los herbívoros también están representados en este yacimiento. Se han desenterrado cráneos y diversos huesos en muy buen estado de dos especies de rinoceronte, cebras, antílopes, jabalíes, micromamíferos, serpientes y tortugas de gran tamaño. Destacan los esqueletos completo de un jiráfido, dos mastodontes (Tetralophodon) y varios équidos del género Hipparion, similares a los actuales caballos pero con tres dedos en sus extremidades en lugar de uno.

Jiráfido encontrado, esqueleto completo y reconstrucción digital






Podeis encontrar más información muy interesante en:




Reportaje de TVE2 de los yacimiento de Batallones:





lunes, 13 de marzo de 2017

Nos manifestamos por el lobo

Ayer unas 30.000 personas nos manifestábamos en Madrid para luchar por la defensa del lobo ibérico, una de las especies más emblemáticas de la Península y, sin embargo, una de las mas maltratadas. El lobo está declarado "especie de interés comunitario" en la UE. Sin embargo, en nuestro país, la especie está protegida al sur del Duero mientras que, al norte, son las Comunidades Autónomas las encargadas de su gestión. Esto permite que periódicamente se subasten individuos para un supuesto control poblacional lo que, junto con el furtivismo y la muerte por causas naturales o accidentes, hace que la especie no se recupere al ritmo que debería hacerlo.

Según los últimos datos los daños por lobo en Asturias suponen menos el 0.5% de las muertes de la cabaña ganadera, una cifra mínima en comparación con otras causas como enfermedades, hambre o partos (5%). La realidad es que la crisis de la ganadería extensiva nada tiene que ver con el cánido. Las falta de ayudas, las trabas burocráticas, los robos o el aumento de costes están llevando a esta actividad al borde de la ruina y dejando al sector sin relevo generacional (podéis ver algunos ejemplos aquí y aquí).

Sin embargo el sector de la caza sigue apoyándose en estos supuestos daños para presionar a las administraciones y conseguir los cupos anuales, que suponen importantes ingresos para los ayuntamientos, las asociaciones cinegéticas y los dueños de los cotos y fincas. A pesar de haberse demostrado que la eliminación de ejemplares causa una desestructuración de las manadas, lo que provoca un aumento del número de ataques, la concesión de permisos de batidas aumenta con la aparición de noticias sobre muerte de ganado, sin importar si son o no ciertas.

Mientras tanto el lobo sigue matándose sin tener si quiera un censo actualizado, tan sólo una estimación realizada al alza y de forma poco realista (como explica detalladamente aquí Ecologistas en Acción). Al tiempo que Madrid se llenaba de aullidos, en Asturias otro lobo aparecía asesinado, esta vez tirado en un río.









sábado, 28 de enero de 2017

El Manzanares revive

No es difícil encontrar referencias a este río en cuadros y escritos antiguos. En el siglo XVIII eran de sobra conocidos sus cambios de caudal, provocando inundaciones en las épocas lluviosas y convirtiéndose en verano en un pequeño canal de agua creando una zona propicia para los cultivos. De hecho fueron muchos los gobernantes que trataron, sin éxito, de construir estructuras que permitieran estabilizarlo y hacerlo navegable.
Fué a finales del siglo XIX y principios del XX cuando, habiéndose descartado como fuente de agua para la ciudad, comenzó a limitarse su uso a actividades lúdicas y como lavadero, lo que fué destruyendo su cauce y contaminando sus aguas. En los años 40 y 50 el río se canalizó y se controlaba su caudal abriendo o cerrando las esclusas. El Manzanares, que apenas un siglo antes había sido un río limpio y vivo se convirtió en una pequeña masa de agua sucia donde la fauna y la flora habían desaparecido.


En 1983 Enrique Tierno Galván decidió introducir un grupo de Ánades, aumentando rápido su población junto con la de cisnes. Pero en 2004, con el inicio de las obras de soterramiento de la M30, el Manzanares quedó prácticamente muerto después de años de maltrato. Las aves se fueron río arriba y abajo y los pocos peces y reptiles que aún sobrevivían fueron muriendo. En 2014 el aspecto que presentaba a su paso por Madrid mostraba una fuente de suciedad donde debería haber un río.

Fuente: http://www.abc.es/madrid/20151021/abci-manzanares-muerto-201510202024.html


En 2015 la concejalía de Medio Ambiente junto con Ecologistas en Acción comenzaron a desarrollar un plan de renaturalización del Manzanares que vió la luz en 2016. Se decidió abrir las compuertas y, de forma natural, el río se va recuperando a pesar de su pasado. Actualmente el Ayuntamiento está en contacto con el Museo de Ciencias Naturales para la identificación de especies pero, en apenas un año, la vegetación, y con ella la fauna, han reaparecido en Madrid. Se han identificado especies que llevaban casi un siglo desaparecidas de la capital, entre ellas aves el Martín Pescador o la Garza Real y se espera que en los próximos meses se incorporen otras nuevas y se establezcan grupos estables de cría en primavera. El siguiente proyecto consiste en utilizar la depuradora de viveros de la Villa para la cría de peces autóctonos que se puedan reintroducir para mantener controladas las poblaciones de especies invasoras como la perca sol o el pez gato, que ya se observan de forma habitual en todo el río. Aún se desconocen las especies de reptiles y anfibios que se encuentran establecidas aunque ha habido avistamientos de culebra de agua y galápago leproso, lo que hace pensar que en pocos años pueda haber poblaciones estables de especies en riesgo en la capital.


Algunos de los habitantes habituales del río

El aspecto actual del cauce


Fuente de noticia e imágenes
http://www.elmundo.es/madrid/2017/01/24/5886620d468aeb09328b4602.html